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Ver la versión completa : 3 capitulo de mi historia



muny
30/07/2008, 10:11
Capítulo 3 Solo

Desperté sofocado, no podía respirar, el lugar estaba oscuro y sentí que tenía mi espada entre mis manos, estaban cruzadas. Oía un carruaje y desesperado logré abrir la tapa.
Estaba en un ataúd, sobre una carreta tirada por un caballo y guiada por lo que parecería ser un campesino, el pobre hombre estaba completamente pálido y en cuanto traté de articular palabra salió corriendo dando gritos de auxilio.
Bajé de la carreta y miré a mi lrededor, no había casi nada, más que una llanura con colinas en el horizonte y lo que parecería un pueblo a lo lejos. Monté sobre el caballo que tiraba de la carreta, di media vuelta y galopé hacia aquel pueblo. En el camino me preguntaba por qué aún estoy vivo y qué pasó con la bestia.
Al llegar, la gente me miraba con asombro y miedo. Como si hubiesen visto a alguien que volvió de la muerte, que supongo hice yo. Traté de buscar un lugar donde quedarme, pero nadie me quería dar hospedaje, me temían. Comencé a sentir hambre y sed; había un hombre comiendo un pedazo d pan que anteriormente mojaba en una copa con vico. Le pedí un poco pero me respondió
– ¡No obtendrás nada de mi, demonio! Acto seguido hizo migas el pan, las tiró al suelo y pisoteó con furia. Volcó el vino en una zanja cercana y destruyó la copa. Me echó a gritos. Por primera vez me sentí solo, nadie me quería, me miraban de reojo y escondían a los niños. Es un sentimiento horrible, sentía que mi corazón caía al abismo, un abismo sin fin. Sabía que debía salir de ahí pero me sentía perdido entre tantos ojos que cavaban sus miradas como puñales en mi espalda y corazón.
De pronto, dos hombres armados vinieron hacia mí, les iba a preguntar hacia donde quedaba el Este, cuando me atacaron… Desenfundé mi espada y bloqueé a uno, los puse en fila, alineados, así solo podría atacarme uno por vez. Instintivamente apuñalé a uno y le corté el cuello al otro. Todo pasó muy rápido, cuando me di cuenta de lo que había hecho, no lo podía creer. Maté a dos personas, iban a atacarme, fue en defensa propia, pero no debía morir. Cuando enfundaba mi espada noté que la sangre aún corría por ella, ahí, acusándome, diciendo:- Tú los mataste y cargaras con sus almas par siempre.
Después de todo esto salí corriendo, corrí en línea recta, antes que llegaran más personas. Cuando me di cuenta había salido del pueblo. Estaba en un sendero desconocido, comprobé que iba hacia el Este, así que decidí seguirlo. Mientras caminaba me preguntaba por qué esta gente no reconocía a un soldado, ah si, creían que era un muero viviente o un demonio o algo así. Noté que a un lago del camino había una cabaña, tenía una pequeña valla contra el camino, la valla no era más alta que mis rodillas y sentada sobre la valla había una niñita de no más de diez años, tenía un vestido blanco que le llegaba a las rodillas, tenía un extenso cabello color rojo, un rojo vivo como el fuego y sobre su oreja había una flor de jazmín. Estaba llorando, al parece no notó mi presencia; me paré frente a ella y le pregunté.
. ¿Cómo te llamas?
- Isabel – Contestó.
- ¿Por qué lloras?
- No por nada.
Me senté a su lado, dejé mi espada a mi lado.
- Vamos, todos tenemos motivos para llorar. Yo vi morir a varios de mis amigos.
- Mis padres se están peleando otra vez- Contestó- Ni les importo… En ese momento salió volando una silla por la ventana. Isabel y yo corrimos a la casa. La puerta esta trabada, la abrí de una patada y la escena que vi no era ara nada agradable. Un hombre con un hacha en la mano le gritaba a su mujer que lloraba que lloraba en el piso de una sala semidestruida. Corrí hacia él, estaba por darle un hachazo a la pobre mujer. M e interpuse entre ellos y detuve el hacha al tiempo que sujetaba al hombre por el otro brazo. Tenía un fuerte olor a cerveza y ron, y balbuceaba cosas. Lo tumbé con facilidad, trataba de controlarlo, pero lo solté ante el grito de – ¡Maldito cerdo!-. Era Isabel, que en la cruzada se había escapado y ahora corría hacia nosotros empuñando mi espada. Me costaba creer que esa criatura pudiera blandir semejante espada y encima correr. La enfrenté y le saqué la espada después de un pequeño golpe hacia arriba en la base de la empuñadura. El hombre se estaba incorporando cando puse la punta de la espada en su garganta. Isabel m gritaba que la mate. No sabía que hacer. Y mientras yo retenía a la niña y mantenía al hombre noté que la esposa se había levantado y vino hacia mi y de un empujón mi espada atravesó el cuello, la sangre voló y el hombre quedo inmóvil.

tayler
15/08/2008, 12:17
muy buenas las historias

me estan gustando

voy a ver mas :D