CAPITULO II…………………………………………………….FIESTA EN TAKIRO
A la mañana siguiente, Rubi despertó al sentir que alguien le pateaba, creyó que era un samurai que la habría descubierto, sentía que el corazón se le paraba, y no podía respirar del miedo, se levantó de un salto, tomo su cuchillo, y se lo apoyo sobre el cuello, cuando vio quien era, se dio cuenta que era un amigo (también Ninja), llamado Shiro.
Blanquito despertó por el ruido, e intento correr, Shiro toma una soga que traía consigo, y pudo atarle un pie, Blanquito tropezó.
-Es amigo-dijo Rubi.
-Por eso vine-respondió Shiro.
-Puedes decirle al maestro que no hay por que temer, es un novato aun-.
-Aprendiz-aclaro Blanquito.
-¿Segura?-pregunto Shiro con desconfianza.
-Si-.respondió ella.
-Mm... Bien, pero sabes que te vigilo-.
Dio un salto y se esfumó.
Shiro era un joven de 18 años, era quien se encargaba de asegurar la perfección de Rubi en su misión. Era algo alto, su ropa destrozada, cicatrices, cabello gris, y tapándole el ojo izquierdo, el ojo que se le alcanzaba a ver, daba escalofríos y ninguna ansiedad de volver a verlo.
-En algo tiene razón-dijo Rubi.
-¿En que?- preguntó intrigado.
-Me conoces sin mi mascara y el disfraz que uso- respondió.
-¿Y?-.
-Aun no puedo confiar en un samurai, podrías escaparte y mandar a matarme-.
-Nunca haría eso, y lo sabes-.
-No importa, debemos ir a los mismos sitios así que estarás siempre junto a mí-.
-Eso es cierto-.
Comenzaron a caminar al pueblo. En la entrada, un hombre los detuvo.
-Están invitados a la fiesta de esta noche-dijo-Por favor asistan-.
Les entregó un papel, no decía mucho más que el hombre.
Frente a ellos podía verse el templo, y la gente haciendo los preparativos. Delante, había una feria, como era de esperarse, llena de niños intentando ganar juegos muy complicados. Rubi era algo inmadura, vio un juego de lanzamiento de cuchillos, y salio disparada hacia allí. Blanquito recordó la imagen de Shiro, y la siguió por su seguridad.
-¿Cuánto?-pregunto ella a quien atendía esa atracción.
-Dos monedas- le respondió.
Blanquito llego al lugar. Rubi reviso su bolsa y no tenia ninguna moneda, fue ahí cuando recordó la apuesta del día anterior.
-¡Nunca me diste esas monedas!-dijo algo enojada.
-Yo dije que te las daría si clavabas ese…-se detuvo para no pronunciar shuriken, todos sabían que eso era utilizado solo por los Ninja.
De repente le dio la espalda y fingía llorar, todos miraban de mal modo a Blanquito, y el sin mas remedio, le regaló dos monedas. Dejó de llorar, se volteo y le dio un abrazo.
-Gracias-dijo muy feliz.
-Por nada-.
Le pagó, y el señor entregó tres cuchillos para que lanzara.
El juego consistía en lanzar los cuchillos a una diana colocada a cinco metros, y el premio por clavar los tres en el centro eran diez monedas.
A Blanquito le apareció una sonrisa de oreja a oreja, pues sabia que daría los tres tiros al centro, y así le devolvería lo que le prestó.
Como era de esperarse, en menos de un minuto los tres cuchillos estaban en el centro de la diana, el hombre quedo boquiabierto al ver eso.
-Eres muy buena-le dijo orgulloso –Serias excelente Ninja ¿No crees?-.
Ella agachó la cabeza, tomó el dinero, se largaron de allí.
Ya lejos de la feria, Blanquito insistió:
-Mis monedas-.
-¿No era un regalo?-.
-Pero…-.
-Lo que se de no se quita- interrumpió ella.
-La próxima vez diré que eres una Ninja-.
Ella lo tomo por la espalda, y apoyó su cuchillo en el cuello.
-¿Por qué no intentas ahora?-pregunto amenazante.
-Mejor al rato-dijo con un poco de temor.
-Así me gusta-dijo sonriente ella.
Pasaron toda la tarde en esa feria, y en un momento Blanquito pregunto:
-¿Qué edad tienes?-.
-Catorce ¿Y tú?-.
-Quince-.
Así corrieron las horas, la noche llegó finalmente, y la fiesta con ella.
Los guardias se encontraban hablando entre si, uno de ellos tenia su “pierna” lastimada
-Dicen que una niña clavó tres cuchillos en el mismo punto-dijo el herido.
-Seguro fue el mismo Ninja que te arrojó eso- dijo otro guardia.
-Silencio, que no sabes que los Ninja pueden oír casi cualquier cosa-dijo alguien que estaba allí.
-Es cierto, busquen bien, esténse muy atentos-dijo el herido.
Por fin, llegaron ellos a la fiesta. El hombre que atendía el juego también era un guardia pero no recordaba bien la imagen de ella.
Al verla entrar vio algo familiar en ella, un momento mas tarde recordó su imagen. Vio que pasaba entre la gente hasta que desapareció de su vista, luego la vio por otro lado pero su ropa no era la misma, es que se cambio su kimono por uno azul esta vez.
Algo confundido, la obligo a ponerse en frente de todos, y dijo:
-Ella es la Ninja, merece la muerte como cualquier otro-.
Esta vez comenzó a llorar, eran lágrimas reales esta vez, y dijo:
-Nunca haría algo así-.
La gente creía en las inocentes palabras de una niña, y nadie creyó lo que dijo el guardia. Aprovechó el momento, y se largo del palacio, el guardia venia siguiéndola detrás.
-Lo siento-dijo el guardia.
-Eso fue muy humillante- respondió de mal modo.
-Como podría disculparme- dijo con sentimiento de culpa.
En ese momento comenzó a ver su mascara, sin dudarlo dijo:
-Me gustan las mascaras de los samurai-.
-Esta bien, si es lo que quieres-.
Se desató la mascara, y se la entregó a ella. El guardia volteó, y volvió al palacio.
En ese mismo momento Blanquito salió a buscarle, y en el techo de una casa de por ahí, se encontraba Shiro.
Blanquito se puso a hablar con ella, y de un salto se apareció Shiro entre ellos.
-Mira, mi primer mascara- dijo muy feliz.
-Si, pero no era así como se te dijo q la consiguieras-dijo Shiro.
Le quitó la mascara le ató una piedra y la lanza al lago.
-Ahora quiero que la consigas otra vez-.
-¿Del modo duro no es cierto?-pregunto ella.
-Claro que si- respondió.
En ese mismo momento Rubi tomo a Shiro y lo lanzó al agua.
-Trae mi mascara aquí- dijo.
-Bueno, eso es mejor que haberla conseguido sin esfuerzo… creo-dijo desde el lago.
En aproximadamente media hora salio del agua con la mascara en la mano.
-Que tal estaba el agua-preguntó Blanquito.
-Si quieres te arrojo-le respondió el.
-No hay algo que quieras devolverme-dijo ella.
Al momento que Rubi tenia la mascara en la mano Shiro dio un salto y desapareció.
-Cuando termine la fiesta quisiera ir por mi autorización- dijo Blanquito.
Un par de horas mas tarde, la fiesta llegó a su fin, y el fue con el sensei. Después de algunos cuantos minutos el salió con su autorización en la mano.
-Guau que difícil es conseguir una autorización- dijo ella sarcásticamente.
-Y que, conseguir esa mascara no fue tan difícil, o si- le respondió.
-Ya no importa, me voy a dormir, adiós-.
-Tienes miedo a que te digan la verdad no es cierto-.
-Adiós-repitió.
CAPITULO III…………………………………AULLIDOS DEL MONTE NEVADO
Era de mañana. Blanquito despertó, y se dio cuenta que Rubi no estaba en su cama, escuchó que la puerta se abría y allí estaba ella, traía una taza de te consigo, Blanquito reacciono agradecidamente:
-Muchas gracias-dijo el.
-No es para ti-le respondió en broma.
-Pero…-.
-Mentira si es para ti- interrumpió –Yo ya tome afuera, pensé que querrías uno y te lo traje-.
-Ah entonces si, gracias- dijo algo bajo.
-¿Dónde hay que ir ahora, tu eres el que trae el mapa?-pregunto con emoción.
-Pues no es lejos es al… ¿Quién te dijo que traigo un mapa?-dijo algo desesperado.
-Revisé tu mochila, si quieres acúsame-.
-No pero no me gusta que revises mis cosas sin preguntar-.
-¿Acaso es por tu osito de felpa?-dijo riéndose.
-Eso era- dijo sintiéndose humillado.
-Todos tenemos secretos- dijo para levantarle el animo-¿Qué ibas a decir antes? ¿Cual es el lugar?
-Ah si, el monte nevado, no es muy lejos de aquí-.
-¿Cuántas horas de viaje?-.
-Unas tres o cuatro-.
-¡Eso es corto! Tú me vas a cargar en tu espalda cuando me canse de caminar-.
-Y por que no llamas a Shiro el seguro te cargara- dijo confiado.
-Creo que será necesario preguntarle no crees, lo llamare ¿Qué te parece?-.
-No, mejor te cargo yo- dijo con miedo, lo que menos deseaba era ver su mirada oscura otra vez.
-¿Recuerdas las dos monedas que te debía?-pregunto Rubi.
-Si ¿Me dirás que con eso pagaste el té no es cierto?-.
-No… Con una pague el té, y con la otra esta posada-.
-Es lo mismo, si me las hubieses dado me habrías echo pagarlo no es ¿Cierto?-.
Ella asintió con la cabeza.
Empezaron el camino, y cuando había pasado una hora, Rubi fastidiaba a Blanquito:
-Au, au, au, au, au-.
-¿Crees que puedas caer de pie a esta altura?-.
-¿Por qué preguntas?-.
-Si no te callas, te tiro-.
-Me callare, pero quiero que sepas que si yo caigo tu caerías con migo-.
-¿Como lo sabes?-.
-Podría llamar a Shiro y preguntarle-.
Blanquito mantuvo el silencio, pues no le gustaba perder cada vez que ella le hablara.
Después de unos cuantos minutos, unos cachorros de lobos siberianos estaban jugando en frente. A Rubi le enternecían los lobos, y más que nada, los cachorros, casi como por reacción salió chillando de ternura a jugar con ellos, Blanquito insistió.
-No los toques, su padre debe estar cerca-.
-Pero solo mira sus pequeños hocicos- dijo muy feliz.
De la nada se oyó un lúgubre aullido, era el aullido mas intenso que ambos habían escuchado.
Shiro se apareció detrás.
-Es el lobo blanco- dijo sin que alguien le preguntara.
-No sabia que Blanquito se hacia lobo- dijo burlonamente.
-Valdría la pena morir viendo como caes desde aquí sabes-.
-Hablo enserio- insistió Shiro –Ese lobo es el lobo mas viejo, se dice que es eterno, y que nadie a podido atravesar este lado de la montaña será mejor que den la vuelta y pasen por el otro lado-.
En ese momento Rubi pensó en que podía domar a ese lobo, además su gusto por ellos, le daba deseos de querer verlo.
-De acuerdo, eso haremos, puedes irte-dijo ella.
Como era de esperarse el desapareció.
-Puedes ir por el otro camino- le dijo a Blanquito –Yo quiero ver ese lobo-.
-No acabas de oír lo que el “gran” Shiro dijo- exclamó con desesperación.
-Vete y déjame en paz-.
-Bien has lo que quieras yo prefiero vivir-.
Por primera vez en su vida, Blanquito habló con tal confianza y decisión en sus palabras. El volteó y fue por el camino seguro.
Ella tomo sus garras, y comenzó a escalar. En fin, un aullido mucho más fuerte se escuchó esta vez. Intrigada, continuó escalando, hasta que por fin llego a donde se suponía estaba el lobo.
Blanquito, por su parte, fue por el camino que les habían indicado. Frente a el se apareció Shiro.
-Ella quiso ir por ese camino, yo no la obligue a nada-dijo Blanquito algo asustado.
-Ya lo se, vengo a guiarte a ti-.
-¿Que?-.
-Ella tiene razón, eres un novato, no podrías subir a la cima solo. Ven sígueme-.
No se si por miedo, o si solo por que sabia que no podría subir solo, el no dijo nada y obedecía cada cosa que el le decía.
-¿Una pregunta?-dijo Blanquito.
-¿Si?-.
-¿Por qué los dos llevan un ojo tapado?-.
-Debemos cubrirnos el rostro de algún modo por si llegamos a perder nuestras mascaras-.
-Ah-.
Ella se encontraba sentada esperando a que se apareciera el lobo, pasa el tiempo y solo sentía el viento. En un momento comenzó a levantarse la nieve, en principio era una cosa sin forma, en pocos minutos, comenzó a tomar forma de lobo, ella estaba muy sorprendida, pero no sentía miedo, en fin, el lobo tomo forma, comenzó a gruñir de un modo muy salvaje, ella le acerco su mano y dijo:
-Tranquilo, no vine para matar a nadie-.
El lobo, no sabia por que no corría como lo hacia todo el mundo, dejo de hacer ruido y se le acerco lentamente. Ella lo acarició por su lomo, y el entendió que no era amenaza para ellos, levanto su hocico y lanzó un aullido, una manada de lobos vino en cuestión de segundos.
Siendo común de ella, se puso a juguetear con ellos. En un momento Shiro alcanzaba a verla allí sentada.
-¿Quieres ver como le doy en la cabeza?-dijo Shiro a Blanquito.
-Esta bien-dijo sonriendo.
Shiro tomo una bola de nieve, y se la lanzó justo a la cabeza como había dicho.
-¡No pierdas el tiempo, sigue subiendo!- le dijo a ella.
-¡Si te alcanzo, serás la cena de ellos!-le respondió.
-Bueno chicos es hora de irme- le dijo a los lobos.
Así, continuaron escalando hasta llegar a la cima, allí se encontraron nuevamente.
-Ve por tu autorización primero, no quiero alertarlos aun- dijo Rubi.
-Bien-.
Blanquito entró, y fue en busca del sensei. Esta vez no fue tan fácil, le dieron un muñeco de madera, al cual debía cortar de arriba abajo. Luego de un rato pudo lograrlo. Salió de allí, y dijo:
-Tu turno-.
-Lo se, no ase falte que me lo diga un novato- dijo ella.
Había un guardia vigilando, solo, por la primera habitación que se alcanzaba a ver desde su posición.
Se puso junto a la puerta, y cuando el guardia dio la espalda, lanzó una bomba de humo, la bomba estalló, ella entró corriendo, le arrancó la mascara, y salió del lugar en pocos segundos.
-Así debías conseguirlas, preferiría que dejes cadáveres pero bueno-dijo Shiro.
-Shh- respondió -¿Dónde ahora Blanquito?-.
-No entiendo esto, el mapa marca solo 29 pueblos-dijo.
-Mira allí- dijo Shiro señalando unas ruinas –Esas ruinas alguna vez fue un pueblo. Iré con ustedes, dicen que allí vive el Fénix.
El lobo blanco se apareció donde ellos, actuaba de modo raro.
-Creo que quiere que lo sigamos- dijo Rubi.
El lobo comenzó a correr, ellos lo siguieron detrás. Los condujo a una soga que bajaba a las ruinas, el lobo ladró y señaló la soga.
-Se lo que quiere- dijo Shiro, tomo un trapo que traía atado al brazo, lo paso por arriba de la soga, se agarró al trapo, y se lanzo al vacío, en unos minutos ya se encontraba en tierra firme, en esas ruinas. Rubi, tomo su cinturón, y también se lanzó a las ruinas. Blanquito por su lado, no sentía muchas ganas de lanzarse, usó el cinturón que sostenía su katana pero no quería saltar, el lobo le ayudó con la decisión empujándolo con sus patas, Blanquito cerró sus ojos, y parecía estar pegado al cinto.
En fin los tres se encontraban en el suelo. Blanquito propuso un descanso por el salto, y así fue se escondieron entre los árboles y allí descansaron.
CAPITULO IV………………………………………………...…ALMAS EN RUINAS
La luna comenzaba a salir, y las ruinas cobraron vida, todas las casas volvieron a estar. De repente, dos Ninja aparecieron en el techo de una de las casas, eran un hombre y una mujer, esa mujer era muy parecida a Rubi. Los tres quedaron sorprendidos al ver a ella. El hombre tomo a la mujer por su espalda, y le dio un beso en los labios, ella recibió un flechazo al corazón, el se agachó para verla, y le dispararon en la cabeza. Un sonido muy parecido al grito de un águila se escuchó, el pueblo se cubrió en brazas, y tomo su forma de ruinas nuevamente, solo que esta vez se encontraba custodiado por gigantes esqueletos, armados con mazos.
-¿Como se supone que pasaremos por allí?- dijo Blanquito.
-Los guardias solo atacan a pasados enemigos. Ya ninguno de quienes atacaron este pueblo queda vivo podrán pasar tranquilos-le respondió Shiro.
Como siempre Blanquito fue el primero en ir, los esqueletos se hicieron a un lado, y dejaron que continúe su paso. Llego hasta una casa, que por más que se encontraba en ruinas, todavía se reconocía su forma. Dentro, un fantasma se encontraba sentado, Blanquito entró, y sin que dijera una palabra, el fantasma dijo:
-Se cuales son tus intenciones-.
El fantasma se acercó a el, y colocó su mano en la cabeza de Blanquito.
-Oh si-dijo –Ha pasado mucho tiempo que no veía una mente tan clara como la tuya muchacho-.
-¿Eso se supone que es bueno?-preguntó Blanquito.
-Si, mucho-.
-¿Cómo se supone que ganare mi autorización?-.
-Tu mente me ha dicho quien eres, no necesito ponerte a prueba. Aquí tienes-.
El fantasma le entregó un pergamino a Blanquito. Y el con mucho orgullo dijo:
-Gracias señor-.
-No hay que agradecer, te lo has ganado. Ahora vete aun te queda un largo camino-.
-Es cierto. Adiós-.
Blanquito se fue de las ruinas, y se encontró con sus amigos.
-Tu turno-dijo Blanquito.
-Espera, hay alguien aquí que esta desesperado por ver a cierto pájaro- dijo Rubi.
-Tú me desobedeciste por un lobo mercenario. Así que ahora te esperas calladita-dijo Shiro.
Junto a la ciudad había un camino de cenizas, y a la derecha del camino, una roca destruida, que decía algo, pero solo una parte podía leerse.
EL AVE DE FUEGO SOLO VOLVERA CON UNA LLAMA MALDITA…
Shiro al ver eso, extendió su palma, y creo una pequeña esfera de fuego, y la lanzo a las cenizas, se desató una enorme llamarada, y luego una explosión, pero nada mas que eso el piso solo estaba quemado.
-Debe haber algo mas en esa roca-dijo Shiro decepcionado.
Blanquito ya casi no podía mantenerse de pie, es que aun no habían descansado de subir esa montaña, pero Rubi quería esa mascara.
Volvieron al pueblo, y cuando por fin Rubi se decidió a entrar, vio que un martillo venia a ella, dio un salto atrás y el mazo le bloqueaba la entrada.
-¡No era que no atacaban!-dijo asustada.
-Es extraño-dijo Shiro-Tu sangre jamás estuvo aquí-.
-Mejor descansemos un rato-dijo Blanquito.
-Será lo mejor por ahora- dijo Shiro.
Ellos ya estaban dormidos, pero Rubi, no podía dormir, aun no entendía que paso con los guardias. De repente, los fantasmas aparecieron otra vez, estaban tomados de las manos y riendo, comenzaron a correr, y ella los siguió. Se detuvieron en donde se suponía estaba el Fénix. Un cementerio se encontraba en ese sitio, la roca estaba completa esta vez:
EL AVE DE FUEGO SOLO VOLVERA CON UNA LLAMA MALDITA Y LA PENA MÁS GRANDE.
Los fantasmas estaban sobre una tumba, de allí tomaron a un bebe, otro fantasma se apareció. Rubi reconoció que era su maestro. La mujer tomo a la niña y se la entregó al maestro.
-Salva a nuestra hija por favor-dijo ella.
-Estará segura con el-dijo el hombre-Es mejor que te marches, los guardias no están muy lejos-.
El maestro, sin decir una palabra se desvaneció. Los gritos de los guardias podían oírse, ellos corrieron al techo de una casa, y volvió a pasar lo mismo que antes.
Rubi volvió a las ruinas, pues quería una mascara de esos guardias, lo mejor que se le ocurrió fue correr sin detenerse. Entró en las ruinas, y los guardias se lanzaron a ella, todos intentando asesinarla, entonces, el pueblo volvió a aparecer, ella se encontraba sobre el techo de una casa, un samurai grito, allí están, un arquero le apuntó, y disparó, la flecha le atravesó, y le dio al fantasma de la mujer, en ese momento, al ver a esa mujer desde tan cerca, parecía que podía verla, la sangre de ella comenzó a fluir, y tocó el suelo. Fue en ese momento que todo se desvaneció, los esqueletos aun la seguían, un martillo golpeó el suelo, ella aprovecho el momento para subir por el, otro guardia intento golpearle, pero solo logró destruir a uno de ellos, la mascara salió disparada, y ella corrió a buscarla, algo le había herido el bazo, el pueblo renació en el momento del disparo, ella veía caer la sangre de la mujer y la de su brazo sobre la misma. En ese momento, ella se dio cuenta que esos fantasmas eran sus padres, los guardias la seguían por la sangre de ellos. Vio la mascara en frente de ella, la tomó y se largo de allí.
Corrió al cementerio, y vio como el maestro se llevaba a la niña, se sentó en la tumba donde se encontraban parados sus padres, y allí comenzó a llorar.
Una gigantesca forma de fuego resucitó de ese sitio, era el Fénix, se escuchó el mismo grito de antes, el Fénix detuvo su vuelto y paró frente a ella.
Parecía no impórtale tener a esa criatura en frente.
Blanquito y Shiro despertaron, y al ver al ave, salieron corriendo al lugar. Rubi sintió que venían y se marchó. El Fénix se acercó a Shiro y Blanquito, pues entendía que Rubi quería estar sola.
Luego de un rato, el Fénix se volvió un montón de cenizas.
-¿Dónde crees que este ella?-dijo Blanquito.
-No lo se-respondió -Pero ya volverá-.
Blanquito volvió a dormirse, y Shiro se había retirado.
Un sollozo despertó a Blanquito, alzó la mirada, y era Rubi. Antes de que llegara a decir una palabra, ella lo abrazó muy fuerte, el también la abrazó
-Prométeme que nunca vas a traicionarme- dijo ella.
-Nunca lo haría-.
CAPITULO V……………………………………………………MEMORIAS DEL FENIX
Había sido una mala noche, ambos se encontraban dormidos. Un hombre del pueblo llevaba una carreta consigo, vio a los jóvenes, los tomó, y los subió a ella cuidando no despertarlos.
Rubi había despertado, miro a su alrededor, se encontraba sobre una cama en un cuarto algo pequeño. Blanquito entró en la habitación.
-¿Dónde…?-pregunto ella.
-No me preguntes, estoy más confundido que tú-respondió.-Ven creo que querrás saber algo de esto-.
Blanquito comenzó a retirase de allí y ella tras el, salieron de la habitación, subieron una escalera, y entraron a otra habitación, allí, estaba el hombre de la carreta y una mujer a su lado, quien al ver a Rubi se emociono y le dio un muy fuerte abrazo.
-¿Dónde habías estado todo este tiempo?-pregunto llorando.
-Disculpe, pero no la conozco-dijo Rubi.
-Hermana soy yo-dijo algo exaltada.
-Yo no tengo ninguna hermana-respondió sorprendida.
-Todo este tiempo ha borrado tu memoria, pero yo no te olvide, sigues igual de bella que la última vez que te vi-.
Rubi comenzó a recordar las cosas que había visto la noche anterior.
-¿Cuándo fue la ultima vez que me has visto?-pregunto Rubi.
-Fue ase catorce años, antes de que te fueras a…-se interrumpió-ya sabes-.
Un momento de confusión paso por Rubi, podía ser que esa mujer era hermana de su madre, o en otras palabras, su tía, o solamente una persona confundida.
-¿Cómo fue que yo desaparecí de tu vida por catorce años?-pregunto Rubi.
-Dijeron que habías muerto por una flecha al corazón-respondió.
Rubi estaba sorprendida, ahora no le quedaban dudas, ella era su tía.
-Te tengo una noticia buena y una mala Tía-dijo Rubi.
-¿Perdón, me llamaste tía?-pregunto intrigada.
-Si, esa es la buena noticia, yo soy tu sobrina. La mala es que, tu hermana si ha muerto-dijo muy dolida.
Un gran silencio se hizo presente.
Rubi comenzó a sentirse triste. Dio la vuelta, y volvió a la habitación. Blanquito había quedado algo confundido, finalmente reaccionó y entró a la habitación con ella. Al entrar, Rubi se encontraba tirada en la cama llorando.
-¿Piensas estar todo el día así?-pregunto al verla.
-No te importa- le respondió algo agresiva.
-Ni siquiera sabes por que lloras-.
-¡Vete!-grito.
-Claro que no, escucha, piensas estarte allí llorando, crees que con eso solucionaras algo, crees que podrás volverlos a ver solo por tus lagrimas, vuelve a la realidad, esto no es un sueño…-.
Blanquito no soportaba ver a una mujer llorando. Sus frías palabras no fueron para herirla, el intento ayudarle, pero no ese no era el momento para decirlo.
Ella se levanto llena de ira, se acercó a Blanquito, y lo golpeó en el pecho.
-¡Ahora largo de aquí!-dijo ella.
Apenas sentía que podía respirar. No quería irse, pero luego se dio cuenta que era mejor dejarla sola. Volvió con los tíos de Rubí.
-¿Qué pasó, que fueron esos gritos?- preguntó el tío.
Blanquito no podía hablar por ese golpe, solo tomó una silla y se sentón allí. Luego de un tiempo, el se sentía un poco mejor.
-¿Su hermana también era tan agresiva?-preguntó Blanquito.
-No, mi hermana era muy dulce. Su esposo era alguien muy rudo ¿Por qué esa pregunta?-.
-Pues, debo contarles algo. Ayer estuvimos en las ruinas, y vimos a unos fantasmas, su sobrina me explico que eran sus padres…-.
-Te lo dije, alguien resucito al fénix-dijo el hombre.
-Fuimos nosotros- aclaro Blanquito-¿Pero, como supo que el había resucitado?-.
El hombre llevo a Blanquito a una ventana que daba a las ruinas, le señaló el cementerio, y dijo:
-Ese cementerio solo aparece cuando alguien lanza el fuego al sendero, además, me pareció haber oído su grito. Y otra cosa, lo que vieron no eran fantasmas, eso son solo los recuerdos del fénix, cuando el fuego enciende, el fénix comienza a recordar todo lo que ha visto en su vida.
Blanquito ya estaba muy confundido por todo.
-Disculpe, pero saldré un poco-.
Sin más palabras, se dirigió a la puerta y se marchó. Sobre el techo de una de las casas, estaba Shiro allí sentado.
-¿Vas a algún lado?-pregunto sarcásticamente.
Dio un salto y bajó.
-Creía que estarías con ella ¿Esa fue tu promesa no es cierto?-.
-No pienso abandonarla, es que se ha vuelto sentimental de un día al otro-respondió Blanquito.
-No te entiendo-.
Blanquito comenzó a contarle lo que había pasado después de que el se marchó, y que ella había encontrado a sus tíos.
-Ya veo-dijo Shiro.
-Tu la conoces mas que yo, seguramente podrás calmarla-.
-Pues tengo una idea, pero podría ser algo arriesgado ¿Cuento con tigo? Dijo Shiro.
Blanquito no podía hablar, pues su idea de conseguir los papiros no era encontrarse con unos ninjas y arriesgar su vida de ese modo.
-¿Cuento con tigo?-repitió.
-Bueno, pero si algo sale mal me marcho-dijo decidido.
-De acuerdo. Te diré el plan. Debemos ir al cementerio, traeré las almas de sus padres…-.
-Un momento, ayer lanzaste fuego, hoy resucitas almas ¿acaso eso es normal?-interrumpió,
-Me parecía raro que no ayas dicho nada del fuego. Bueno, es que existen dos clases de ninjas, los que luchan cuerpo a cuerpo, y los que utilizan magia como yo-.
Blanquito estaba totalmente sorprendido.
-Bueno continúo con mi plan, traeré las almas y así ella podrá hablar con sus padres, supongo que será el único modo de calmarla-.
Y de ese modo, se encaminaron a las ruinas. Ya allí, se dirigieron al cementerio, Shiro buscó las tumbas, finalmente las encontró. Era una gran tumba con una cruz en el centro y una escritura debajo que decía:
AMOR ETERNO
Era el significado de que ellos habían sido enterrados juntos.
Shiro colocó su mano sobre la cruz, y comenzó a decir algo en una lengua extraña.
Una luz con forma de ave se apareció.
-Detente-dijo-No puedo permitir que hagas eso, todas las almas de este cementerio no son libres-.
Se les llamaba almas libres a quien se le permitía salir de su descanso eterno.
-Les pediré que se larguen de aquí si no quieren problemas-.
Blanquito dio unos pasos atrás, pero Shiro, se levantó desafiante.
-No quiero hacer daño a nadie-Dijo Shiro.
-¿Qué piensas hacer con ellos?-Preguntó el ave.
-Pienso llevarlos con su hija, y traerlos de regreso nada más-.
El ave dio unos pasos acercándose a Shiro, se inclino hacia el, y lo miro muy de cerca.
-Se ve que no me tienes miedo-dijo Shiro.
-Ni tu a mi-le respondió-¿acaso no has venido ya a molestarme?-.
-A que se debe esa pregunta-.
-Tu cara, me es familiar, siempre recuerdo a quien entra a mi cementerio, pero no te recuerdo a ti-.
-Pues soy quien lanzó el fuego ayer Fénix-.
El ave abrió sus alas, levanto algo de viento con ellas, y volvió a cerrarlas.
-¿Cómo supiste que soy el Fénix?-.
-Te reconocería aunque fueras polvo ¿Qué fue eso de tus alas?-.
-Es mi bendición, es una marca que queda dentro de ti, con ella tu no podrás hacerme daño ni yo a ti. Es mi modo de agradecer el que hayas encendido el fuego-.
-Creo que podrás hacer algo más. Mira, es medio día, que tal si le das libertad hasta media noche a esas almas-.
-¿Cómo sabre que los devolverás?-.
-Te ofrezco un trato. Les das libertad hasta media noche, si no los traigo, mi alma se queda en este cementerio ¿De acuerdo?-.
-Bien. Hacia tiempo que no encontraba a alguien con tus agallas. Te esperare aquí, si no estas para cuando la luna este arriba, te buscare.
-Por mi esta bien-.
El fénix se puso en frente de la tumba, metió su cabeza dentro, y al retirarla, las almas estaban sentadas sobre la tumba.
-Aquí los tienes. Media noche, no lo olvides-.
El fénix desapareció de repente.
El alma de la madre se levantó de la tumba y se dirigió a Shiro.
-Ase ya mucho tiempo no te veía-dijo ella –Se lo que ha pasado y por que están aquí, solo dime donde esta mi pequeña-.
-En casa de su hermana-dijo Blanquito.
-No hay mucho tiempo, debemos ir ahora-dijo el padre.
Se encaminaron al pueblo. Y al llegar Shiro dijo:
-Volveré por ustedes dos cuando la luna comience a salir-.
Sin más palabras, saltó al techo de una casa, y luego se perdió entre árboles.
CAPITULO VI................................................ .....................EXTRAÑO ENCUENTRO
Rubi se encontraba aun sollozando en ese cuarto, cuando se apareció blanquito con las almas.
-Ya no llores- dijo Blanquito.
Ella volteó rápidamente, y al ver a sus padres quedó inmóvil. Su padre se acercó, la tomo entre brazos y dijo suave:
-No puedo creer lo bella que te has puesto-.
Aun no sabia que decir, solo levanto su mano y se quitó las lagrimas del rostro.
-Creo que será mejor que no este aquí- dijo blanquito.
Se acercó a la puerta y se marchó.
-Hija, quisiera preguntarte algo ¿Quién es ese tierno muchacho?- dijo su madre.
-¿Quién? ¿El pálido?-respondió.
-Si-.
-Es solo un amigo-.
-Pero su ropa es algo extraña ¿No te parece?-.
-Pues, resulta que es un aprendiz de samurai-.
Sus padres se levantaron algo exaltados. No sabían que decir.
-Querida, sabes bien que no puedes andar con ellos, además, como confías en que no va a matarte algún día…-dijo su madre.
-Alto. Por empezar, el me ayuda, si no fuera por el estaría en una celda o muerta. Y otra cosa, el no se animaría a matarme, es algo cobarde.
-Creo que hay algo que contarte. Se lo que has visto ayer, y a quien viste diciendo donde estábamos, había sido un gran amigo en mi infancia, luego me odio al saber que tu madre me amaba-.
-¡Catorce años sin vernos, y ya me están fastidiando!-.
-Es cierto, no tenemos mucho tiempo para hablar-dijo su madre.
Así pasó la tarde. Estuvieron platicando por horas, pero se acercaba la noche y ellos debían regresar.
-No quiero interrumpir esto, pero debemos marcharnos-dijo Shiro.
-¿Eh, ya?-dijo el padre de Rubí.
-Si. Vamos, no hay tiempo que perder-.
-¿Volveremos a vernos?-pregunto Rubí.
-Por suerte un día morirás-le respondió Shiro.
-Y cuando pase, voy a tortúrate en el infierno. Iré con ustedes-.
-No creo que debas querida. Permanezcan aquí con tu amigo, o sigan su camino-dijo su madre.
-Es cierto rubí, ya hemos perdido un día- dijo blanquito.
-Esta bien. Adiós-.
-¡Ya vámonos!-dijo Shiro.
En fin, los padres de Rubi y Shiro se marcharon. Blanquito y ella quedaron solos en la habitación.
-Bien. ¿De que has hablado con ellos?-dijo el.
-Pues de un poco de todo. De ti, de mi, de ellos, de Shiro. Sabes, quería agradecerte por traerlos, y no se me ocurrió más que esto-.
Rubi se acercó a Blanquito, lo tomó suavemente de la espalda, acercó su cara a la suya y le dio un beso en la mejilla. Como era de esperarse, Blanquito se ruborizó y no supo que decir, solo la miro a los ojos y ella comenzó a sonreír. Por fin se decidió en decir algo:
-Con eso bastara, te lo aseguro-.
Mientras tanto. La medianoche ya había pasado, pero Shiro aun no llegaba con las almas. El Fénix comenzaba a desesperarse y enfurecer, estaba decidido en ir a buscarle. Fue cuando entonces, llego corriendo con ellos detrás.
-Te dije que a media noche- dijo el Fénix.
-Lo lamento, es lo más temprano que pude llegar-.
-Mm… tendré que decidir que hacer contigo-.
-Pues mas vale tarde que nunca ¿no?
-Es cierto. Además, si no fuera por ti mi cementerio no estaría en pie ahora. Eres un joven con suerte sabes, te dejare en libertad-.
-De acuerdo-.
Shiro estaba a punto de irse cuando lo fantasmas le interrumpieron.
-Gracias por llevarnos con nuestra pequeña- dijo el padre de Rubi.
-Algún día te devolveremos el favor- dijo ella.
-No hay porque-.
Las almas se desvanecieron en la tierra, y Shiro se marchó con Rubi y Blanquito.
Al llegar a la habitación, solo se encontraba Blanquito.
-Ah eres tu- dijo Blanquito al verlo.
-Si ¿Dónde esta ella?-.
-¿Rubi? Dijo que quería tomar un baño-.
-¿Crees que termine pronto?-.
-No lo se. Quiero dormir- dijo algo malhumorado.
-Esta bien. Los veré mañana-.
Sin decir ni una palabra más, se marchó.
Un rato más tarde. Rubi volvió. Blanquito no estaba dormido aun.
-Te buscaba Shiro ¿Por qué crees que seria?-.
-No lo se. Pudo haber sido cualquier cosa-.
-Puedo preguntarte algo-.
-Si quieres otro beso, la respuesta es no-.
-No, no es eso ¿Desde cuando conoces a Shiro?-.
-Desde que tengo memoria. El ha sido como un hermano para mí-.
-Me imagino cuanto lo habrás echo sufrir-.
-Si. Mucho. Recuerdo cuando tenia 6 años, el estaba encargado de cuidarme. Era ya de noche, y no lograba hacerme dormir, entonces, decidió dormir a mi lado esa noche, solo en segundos el quedó dormido, y yo me escapé. Cuando nuestro maestro despertó, yo estaba durmiendo junto a el, con una manada de lobos-.
-Déjame adivinar, por tu culpa el recibió un castigo-.
-Si. Pero me disculpe con el-.
-Ah, hay algo mas ¿Crees que podrías enseñarme algunos movimientos de Ninja?-.
-Claro pero será mañana. Ahora solo quiero dormir. Buenas noches-.
-¿No me das un beso de buenas noches?-.
-No, duérmete-.
CAPITULO VII…………………………………………………………UN TRAGICO OCASO
Era ya de temprano. Rubi y Blanquito se encontraban entrenando, detrás de la casa de los tíos de Rubi.
-Vamos, esto se pone aburrido ¿No piensas ganarme?- dijo ella.
-Debo admitir que no es fácil. Pero lo que dije anoche era que me enseñes algunas de tus técnicas. Saltos, movimientos, esas cosas.
-Primero una lucha más. Esta vez te ganare con mis manos atadas a la espalda-.
-No exageres-.
-Hablo enserio-.
Rubi desato su cinturón, y pidió a Blanquito que le atase las manos. En fin, Rubi se encontraba con sus manos atadas, y Blanquito muy confiado, estaba seguro que ganaría.
Se pusieron de frente, estuvieron quietos algún segundo. Blanquito comenzó a correr hacia ella y lanzo un puñetazo, Rubi se movió al costado, saltó, y lo golpeó en la espalda. El cayó al suelo, y ella comenzó a burlarse.
-Lo ves, gane- dijo ella riendo.
-Si ya, solo fue suerte-.
-¿Revancha?-.
-Bien-.
Otra vez de frente. Blanquito corrió nuevamente a ella, simuló repetir el mismo ataque. Ella saltó nuevamente, pero el se detuvo. La tomo de una pierna, pero ella aun no caía, pues se encontraba con su otro pie en el suelo, el desenfundó su katana, y la apoyo sobre el cuello de ella.
-¿Quién ganó ahora?-.
El pie que blanquito tenia en su mano estaba justo en su pecho. Ella uso su pierna suelta para barrerlo. Los dos cayeron, pero ella arriba.
-Yo-.
-Eso fue trampa-.
-Claro que no-.
-Si no me hubiese detenido habrías muerto-.
-¿Quieres Probar?-.
-No, es muy arriesgado. No quiero matarte… aun-.
-Vamos, no pasara nada te lo prometo.
-De acuerdo-.
Aunque había aceptado, no haría que el filo le tocara.
Como antes. El con el pie de ella en la mano.
-¿Estas lista?- preguntó el.
-Si-.
Desenfundó nuevamente la espada. Y cuando el filo estaba cerca de su cuello, ella se tiro con su espalda al piso, tomándolo con sus pierna, giro sobre su cabeza y ella quedo sobre el.
-Bien ganaste, ya no digas nada- dijo Blanquito.
-Ahora si. Te enseñare algunas cosas básicas-.
Así pasó la mañana. Ya habiéndole enseñado, harían una última lucha.
-De frente- dijo ella.
Esta vez seria sin las manos atadas. Blanquito se acercó a ella, intento tomarle de la ropa, pero ella se hizo hacia ataras, e intento golpearlo con sus pies. El logró tomarla como antes, ella iba a tirarse al suelo, y entonces el la soltó. Ella cayó sola, y el le puso su pie sobre el pecho.
-¿Qué pasó esta vez, eh?- dijo Blanquito burlándose.
-Eso es porque has aprendido de la mejor-.
Ya decididos a irse. Estaban compartiendo unas últimas palabras con los tíos de ella.
-Gracias por avernos dado hogar estos días- dijo ella.
-No fue nada- respondió su tía.
Estaban por irse, cuando Rubi se dio cuenta que estaba con su ropa de Ninja puesta.
-Ah me olvidaba. Blanquito espérame, iré a cambiarme-.
-Querida aquí no hay problema, en este pueblo no entran ningún samurai- dijo su tío.
-De acuerdo. Nos vemos-.
Así se marcharon.
Caminaron tranquilamente, hasta que Blanquito vio a alguien y se detuvo.
-¿Qué no dijo tu tío que aquí no entra ningún samurai?-.
-Si ¿Por qué la preungta?-.
-¿Ves aquel tipo en frente? Resulta que es un samurai. Su nombre es Reiko, en pocas palabras puedo decirte que es un samurai tan bueno como Shiro un Ninja. Y no hay Ninja que aya sobrevivido enfrentándose a el… excepto alguien con quien siempre que se enfrenta regresa con grandes heridas-.
-¿Reiko has dicho?-.
-Si ¿acaso lo conoces?-.
-Si, y también quien sobrevivió con el. Es Shiro, siempre me ha contado historias sobre el-.
-Mejor vámonos antes de que te vea-.
-Tienes razón-.
Comenzaron a ir en dirección contraria a el, ella se sentía muy asustada. Lograron alejarse algo, pero el al ver la ropa de Rubi, reconoció rápidamente que era una Ninja. Se montó a un caballo que traía con el, y fue donde ellos. Demasiado cerca de ellos, desenfundo su katana decidido a matar. Ya estaba lo suficientemente cerca como para lastimarla, levantó la espada, y cuando estaba por agredirla, Shiro salto de un árbol a el. Eso provoco que cayera del caballo, ambos se encontraban luchando en el suelo, pero en un momento Reiko le golpeó la cabeza contra una roca, y Shiro perdió el conocimiento. Reiko aprovechó el momento, e iba a matarlo. Fue cuando Rubi y Blanquito se decidieron en intervenir.
-¿Qué estas asiendo con estos ninjas gusano?- dijo Reiko.
-Son mis amigos, ese no es tu problema-.
Reiko golpeó a Blanquito en el pecho. Rápidamente blanquito cayó y no podía levantarse. El camino esta libre entre Reiko y Rubi, el comenzó a caminar a ella con su katana en la mano, Rubi permaneció firme. Se encontraron de frente, en lo que el no dudo de tomar su arma, y levantarla para herirla. En eso, Shiro despertó, al ver que ella corría peligro, el tomo su daga y le amenazó apoyándola en la espalda de Reiko.
-Te lo advierto, déjala en paz o mueres tú. Baja el arma vete de aquí- dijo Shiro.
-De acuerdo. Además, si te mato hoy, ya no tendré alguien quien me de pelea-.
Reiko subió a Blanquito al caballo, y se marchó en el.
-Ven. Será mejor que volvamos al dojo. Esto traerá graves problemas.
Era ya de noche. Y un halcón llego al dojo con una nota en la pata, que decía:
DEBEMOS HABLAR SERIAMENTE DE TU NINJA. SERA MAÑANA, ANTES DEL MEDIODIA.
Firmada a nombre del Maestro Samurai.
-Shiro, quiero que estés día y noche con ella, hasta que encuentre solución a esto- dijo el maestro Ninja.
Shiro se encerró en una habitación con Rubi.
-Quédate tranquila, estoy seguro que todo saldrá bien- dijo Shiro a Rubi.
-Eso espero- respondió ella en lo que se tendió a llorar sobre el.
A Blanquito no le iba tan bien. Lo tenían atado, y torturándolo con golpes en la espalda.
CAPITULO VIII……………………………………………………………………HASTA NUNCA
En toda la noche, la pobre Rubi, no había podido dormir. Tristezas, odios, lamentos, que no le permitieron pensar en nada más que en Blanquito.
Como fue ordenado, Shiro durmió junto a ella. Era hora de levantarse, aun era temprano, apenas podía verse el sol a lo lejos.
-Shiro, quiero que vengas, no confió en ningún samurai- dijo el maestro.
-¿Acaso no quería que permaneciera con ella?- respondió.
-Ya la has visto. No creo que se marche de aquí-.
-Tiene razón ¿Dónde se supone que se encontraran? No hay ninguna indicación acerca de ello-.
-Si lo dijo. Lee atentamente la nota que envió y fíjate en algunas letras, se encuentran resaltadas. Puedes leer “Darima”, pues allí será, en la caverna Darima-.
Al pasar la mañana, emprendieron viaje a la caverna. Al llegar, se encontraba el maestro samurai, con Reiko a su lado. Shiro y Reiko se dieron miradas muy fijamente, pues ambos esperaban a que algo pase para asesinar al otro.
-Tu maldita Ninja secuestró a unos de mis samurais- dijo el sensei.
-Alto. Yo no ordene ningún secuestro ¿De que me estas hablando?-.
-No puedes engañarme. Tú mandaste a una niña a secuestrar a mi samurai-.
-Maestro, yo se que fue lo que ocurrió. Lamento no haberle informado, pero usted sabe bien que ella ha sido como una hermana para mí- dijo Shiro.
-Sabia que tú estabas detrás de esto- dijo Reiko.
-Calla. Bueno creo que es momento de hablar. Ellos solo se conocieron por casualidad, ella se encontraba atrapada y el le rescató, aquí no hubo ningún secuestro-.
-Un comportamiento muy raro para ambos ¿no crees?- dijo el samurai.
-Supongo que si- respondió el maestro, pero en el fondo el sabia que Rubi sentía algo por el -Lo mejor será solo que no vuelvan a verse-.
-¿Y que hay del honor de mi samurai, crees que esto se quedara así? Será con un duelo a muerte-.
-Claro que no ¿Crees que el honor se gana con matar o morir? A veces solo dejar que las cosas sigan su curso es la mejor manera de ganarse el honor. Que ya no puedan verse será suficiente- dijo Shiro.
-Es cierto. No quiero perder a mi Ninja ni tampoco que mate a alguien que ella no desee- dijo el Ninja.
-¿Qué hay si reemplazamos el duelo entre ellos por uno entre Shiro y yo?- Preguntó Reiko.
-Pues parece una gran idea- dijo el samurai.
-¿Shiro, tu quieres esto?- pregunto su maestro.
-Claro. Lo haré por Lucy-dijo Shiro.
Pues si, Lucy es un nombre raro para Japón, pero Shiro había escapado de su tierra a Japón. Quien había puesto el nombre a Rubi fue Shiro, y le pareció que no había nombre mas hermoso que Lucy, así decidió nombrarla.
-Esta bien, si eso quieres no me opondré-.
-Bien. ¿Hoy después del ocaso?- dijo Reiko.
-Claro. No podré esperar mas tiempo para ver como dejas de respirar- respondió Shiro.
-Vámonos- dijo el samurai.
Los samurai se habían marchado, pero Shiro y su maestro se encontraban aun en la caverna.
-Shiro, conoces bien las reglas. Esta vez te perdonaré, pero no quiero que algo así ocurra otra vez. Sabes cuales son las consecuencias-.
-No ocurrirá otra vez. Se lo prometo-.
-Espero que así sea. Vamos, creo que Lucy debe extrañarte-.
Al estar de regreso, Rubi se encontraba aun en la misma habitación. Pero al ver a Shiro, decidió salir para hablar con ella.
-¿Qué ocurrió?-.
-Pues… lo siento, pero no podrás volver a ver a Blanquito-.
Ella comenzó a llorar, regresó a la habitación, y se lanzó sobre una cama. Shiro fue tras ella, a calmarla.
-Me dijiste que todo saldría bien-.
-Pudo haber sido peor. Iban a hacer que tu y el combatieran a muerte, pero el duelo fue modificado, seremos Reiko y yo-.
Rubi comenzó a sentirse mal por lo que dijo, después de todo el estaba arriesgando su vida solo por ayudarle, pero aun así, no se disculpó.
-Toda tu vida esperaste una oportunidad así ¿No es cierto?- dijo Lucy.
-Si. Si será hoy al anochecer, no dejare pasar esto-.
-¿podrías dejarme sola?-.
-Si-.
Shiro salió de la habitación, y cerró la puerta.
El sol comenzaba a caer, y Shiro estaba alistándose para el duelo. Pero al oír a Rubi llorar, dejó todo para hablar con ella.
-Sabes, creo que puedo cumplir mi promesa. Será arriesgado, pero puede servir- dijo Shiro -¿Quieres ver a Blanquito una vez más?-.
-Por favor-.
-De acuerdo. Ya veras que esto servirá-.
Shiro salió de la habitación y se encontró con el maestro.
-Recuerda, si algo vuelve a ocurrir tu mueres. Y no quiero que ella salga de aquí- dijo muy seriamente.
-Entendido-.
En poco tiempo. Shiro regresó a la habitación.
-Ven, vamos al lago-.
-Pero el maestro dijo que si yo salía tendrías problemas-.
-No importa, vámonos-.
Así se largaron.
Ya era hora del duelo. Pero Shiro no se encontraba en la arena.
Ya cerca del lago, Shiro le dio un abrazo a Rubi y le dijo:
-Espero que seas feliz-.
Un destello apareció sobre Shiro y al apagarse el ya no estaba. Ella continuó hacia el lago, y Blanquito se encontraba sentado sobre una roca, al verla a ella se levantó y corrió a ella. Cuando se encontraban de frente, Rubí lo abrazó de un, modo tan fuerte y tan suave.
-No podía soportar otro segundo sin ti- dijo el.
-Ya no voy a esperar mas. Yo te amo- dijo Rubí muy decidida.
-Yo también. Pero, es lo que ha dicho Shiro, esta será la última vez que estaremos juntos-.
-Eso no me importa, jamás voy a olvidarte-.
Ambos se sentaron junto al lago, al igual que la primera noche que habían pasado juntos. Estuvieron algún tiempo hablando de lo que sentían el uno por el otro. Pero ya era hora de marcharse, aunque fuese tan duro.
El volvió a abrasarla. Pero ella le tomo de la cabeza, y le dio un beso en sus labios. Hubo un momento de silencio, y luego Blanquito dijo:
-Nunca me olvides, por favor-.
-Ni tú a mí-.
Rubi dio unos pasos atrás, pero no quería abandonarlo. No podía ver sus ojos al marcharse. Pero en fin, volteó, y al dar el primer paso, el dijo:
-Se me olvidaba. Shiro me dejó una carta antes de marcharse, y me pidió que la leyera contigo antes de separarnos-.
Rubi se acercó a el, y comenzaron a leer la carta.
Bueno, espero haberles sido útil, pero lamento que ya no volvamos a vernos. Creo que hay cosas que debo contarles. Primero, ya no podré seguir aquí, si regreso al dojo, van a matarme, y no hay lugar para mí en ningún sitio aquí, seria buscado por los Ninja y samurai. Pero debo decirles, que bien vale esto, pude reunirlos, una ultima vez, y se que jamás voy a arrepentirme. Sepan que han sido los mejores amigos que he tenido en toda mi vida, y habría echo grandes cosas por que estuviesen juntos.
Bueno, ya es hora de despedirme. Nunca voy a olvidarlos.
Sin decir alguna palabra, se vieron entre ellos. Rubi volteó y se marcho. Ya no podía soportar más eso.
Blanquito estuvo un tiempo sentado, mirando al cielo, y recordando los momentos que había vivido. Pero ya era muy tarde. Solo se levantó y comenzó a caminar.
En la vida pueden ocurrir grandes cosas. Algunas muy raras, otras tristes, felices, o simplemente cosas que jamás comprenderás. Pero si hay algo que siempre estará con tigo, y eso será tu amor, puedes encontrarlo en donde menos lo esperas, pero sabrás que alguien será, y esa persona, siempre estará junto a ti, aunque tu no puedas verle, le recuerdas y tu a el. Pero sabes que si lo amas, ni el tiempo, ni la distancia podrá sepáralos.
FIN
Amor enemigo II
Capitulo I…………………………………………………………….en busca de un viejo amor
Un año luego de la noche del final, Rubi se encontraba en su habitación pensando en él. Pues aunque extraño parezca, ella contó cada segundo que vivía sin su amado. Sabía que era imposible volver a verlo, pero al mismo tiempo, sabía que no. Después de todo, como olvidar lo mejor que le pudo ocurrir en su vida. De algún modo debía volver con Blanquito.
En fin, solo tomo algo de ropa normal, se vistió, y decidió salir a caminar para meditar un poco sobre todo.
Su destino era Takiro, pero caminaba sin rumbo alguno. En el camino encontró el lago donde se vieron por primera vez. Pero en fin, luego de un largo rato, logró llegar.
Vio a su alrededor. Unos niños jugaban, la gente paseaba y un hombre colocaba carteles por el pueblo. La intriga la venció, y se dirigió a leer los carteles que colocaban.
Mañana en la noche. Habrá una gran actuación de los samuráis. Todos quedan cordialmente invitados.
Ya se imaginan cual fue su idea al ver ese aviso, asistir para ver a alguien por quien su corazón aclama.
Al ver esto, regresó inmediatamente al dojo. Al llegar se topó con su maestro.
-Hace tanto tiempo que te veía tan feliz ¿Qué ha ocurrido?- pregunto su maestro.
-Solo cosas-.
Ella comenzaba a dirigirse a su habitación, cuando entonces el le interrumpe.
-Mañana en la noche se reunirán todos los samuráis en el pueblo. Creí que tal vez te interesaría-.
Pues claro el se había dado cuenta del porque de su felicidad, solo fue un modo de decirle que si. Ella lo miro muy emocionada, dio unos pasos lentamente, y luego, corrió a su habitación.
Pasó todo el día viendo su ropa, no sabia que era lo que debía vestir para la noche siguiente. Continuó su búsqueda, y de repente, se encontró con una caja, que arriba decía Shiro. Sin dudar, abrió la caja, dentro encontró las armas de Shiro. Dagas, shuriken, y cosas por el estilo. Pero aun mas abajo, encontró una caja más pequeña, con un listón atado por encima de ella, pero esta decía “Para Lucy”. No podía entender como algo para ella estuviese en esa caja. Cuidadosamente, desató el listón, abrió la caja, y encontró en hermoso kimono rosa y amarillo con una nota. Tomo el papel, y comenzó a leerlo en voz baja.
-Querida Lucy: como verás he dejado esta caja con todo lo que siempre me ha servido en mi entrenamiento… Bueno excepto el kimono, eso es un regalo que tu madre pensaba darte cuando crecieras. Pude encontrar esto en un pequeño hogar donde tú naciste. Me habría encantado ver tu sonrisa al ver esto, pero ya sabes, no podré volver. Ya es hora de ir por Blanquito, lamento no poder escribir mas que solo esto. Espero algún día volver a verlos, gracias por todo-.
Dejó caer la nota, y levantó el kimono. No podía dejar de contemplarlo, y luego se le pasó por su cabeza “¿Cómo reaccionará él?
Luego de unos minutos, ella dejo el kimono, y se encamino a un espejo. Comenzó a peinarse de distintos modos, pero ninguno llegó a gustarle. Finalmente, solo se colocó el cabello de forma que pudieran verse sus ojos. Aunque todo esto fuera innecesario, ya que aun faltaba un día, parecía no importarle, pero después de un tiempo, comenzó a sentir sueño. Entonces se encamino a su cama, y comenzó a dormir.
Ya era de mañana. Rubi se levantó, y lo primero que pensó fue en él. Ya no podía esperar mas, necesitaba verle. Entonces, se dirigió lentamente a la caja, se colocó el kimono, y suavemente se peino. Comenzó a salir del dojo, en la puerta se encontró con su maestro, se acercó a el, y le dio un fuerte abrazo.
-Diviértete, y ten mucho cuidado- dijo el.
-Si lo tendré-.
Caminaba algo lento, pues aun faltaba todo el día. Nuevamente se encontró al lago en su camino, se detuvo y lo miro muy fijamente. Vaya gran momento que le dieron sus recuerdos, le devolvieron el hermoso momento del primer y último beso.
Con una sonrisa en el rostro, continuó su camino.
Aproximadamente una hora más tarde, llegó al pueblo.
En el centro de Takiro, aun estaban montando lo que a la noche seria el escenario. Los asientos ya estaban colocados, ella se sentó pacíficamente en uno de los lugares más cercanos al escenario.
-Al parecer te gusta la actuación ¿No es así?- dijo un hombre que estaba trabajando allí.
-Digamos que solo es una ocasión muy especial- respondió ella.
El hombre sonrió levemente, y se retiró a continuar con su trabajo. Ella permanecía sentada, en un instante vio a un hombre de ropas largar, y un gran sombrero para cubrirse del sol, parecía un agricultor. Lentamente se acercó a los asientos más lejanos. Rubi trato de verle el rostro, pero el sombrero le tapaba. No le dio gran importancia, y comenzó a ver las nubes.
La noche nacía poco a poco, la impaciencia era cada vez más grande. Y los asientos se llenaban también con el correr de las horas.
Ya era hora de la obra. El hombre extraño tomó uno de los asientos de la misma fila que se encontraba ella. Estaba a solo dos asientos a su derecha. Nuevamente trató de ver su rostro, pero como antes, no podía verle. No se rindió tan rápidamente, seguía intentando, aunque por dentro sabía que nada lograría.
El acto comienza, y, al mismo tiempo, ella deja de ver al desconocido, ahora lo importante era encontrar a Blanquito.
Todos los samurai iban entrando hacia la plataforma, pero el no aparecía. Comenzaba a perder las esperanzas, pero entonces, vio salir a Reiko, y detrás, estaba el. Pero, algo en el no era como lo recordaba, principalmente, su ropa, ahora llevaba una armadura y no su antigua ropa de principiante. En sus ojos podía verse un gran odio, y su cabello estaba algo mas largo. Pero, definitivamente, era el, sus ojos blancos y su cicatriz.
Cada uno de ellos, portaba un arma de madera. Lo que se hacía llamar actuación, en realidad era un entrenamiento, pero a la gente no parecía importarle… parecían no saber que no era actuado. A Blanquito lo hicieron luchar con Reiko, ella se asustó mucho al ver quien era su oponente, pues hasta donde recordaba, el era un gran luchador.
La orden de comienzo se oyó, ambos de frente, dieron una reverencia, desenfundaron sus armas y empezaron.
Rápidamente, Reiko logró hacer que blanquito perdiera su arma, ella comenzaba a sentir una gran rabia al saber que no podía intervenir. Blanquito, calmado, veía como su arma se iba por detrás de el, Reiko aprovechó ese momento para golpearle, aun con su vista en el piso, tomó el arma de Reiko con solo una mano. Rubi se alivió al ver que todo iba bien, la gente aclamaba a Blanquito.
La “obra” llegó a su fin, todos los samurai ya comenzaban a marcharse. Ella empezó a seguir a Blanquito. Corrió a el y lo abrazó por detrás.
-¿Pero que crees que haces?- dijo el.
-Te extrañe tanto-.
-¿Y tú quien eres?-.
Algo andaba muy mal.
-¿No me recuerdas?- dijo Rubi muy dolida.
-No-.
-Soy Rubi-.
-No, nada-.
Rubi comenzó a llorar.
-Dijiste que me amabas, dijiste que nunca me olvidarías-.
-Te recordaría si fueras algo importante-.
-Espero que esto pueda ayudarte-.
Ella lo tomo muy suave y le dio un beso. Y sin más palabras se marchó.
El estaba totalmente confundido, no podía entender que había ocurrido.
-No creo que alguien sea capaz de mentir sobre el amor y dar un beso- dijo el hombre extraño a él.
Capitulo II…………………………………………………………………….¿Aun me recuerdas?
Ella se encontraba en el lago sollozando después de marcharse.
¿Qué había ocurrido? Se preguntaba Rubi sin cesar, como pudo ocurrir algo así.
Las lágrimas le corrían lentamente por las mejillas hasta caer en el agua. Finalmente decidió marcharse, y esperar a que algo “mágico” suceda.
Mientras tanto. Blanquito seguía pensando de camino al lago ¿Quién era? ¿Por qué se comportó así? ¿Acaso el extraño decía la verdad?
Lo cierto en todo esto era que, el pobre había sido golpeado tan cruelmente como castigo de los hechos, que su propia memoria decidió olvidarlo. Hora tras hora de tortura diaria, fue algo sumamente horrible.
Se sentó sobre una roca, comenzó a mirar el cielo mientras pensaba. Lentamente bajó la mirada, hasta que se detuvo en el agua del lago. Se quedó observando el agua cristalina, en lo que se dio cuenta lo cansando que estaba de no entender absolutamente nada de nada. Se arrodilló a orillas del lago, y bebió un trago. Pudo sentir algo extraño en el sabor del agua, era como si estuviese aspirando aire, pero, al mismo tiempo, sentía una sensación de felicidad, tristeza y un gran odio. Se empezó a sentir cansado, entonces, solo se levantó y se marchó.
El sueño era cada vez más y más denso, sentía que jamás llegaría a una cama. Finalmente, luego de un camino agotador, llegó a su habitación. Apenas al recostarse cayó rendido en un profundo sueño.
Rubi aun seguía triste en su habitación. No hablaba con nadie, ni salía de allí. Pues era de esperarse, después de tan mal momento.
Solo el tiempo podría decir que ocurriría luego. Ya comenzaba a salir el sol, un nuevo día estaba naciendo.
Blanquito se despertó, seguía confundido, pero ya no por lo que había pasado. Había tenido un sueño en el que el se encontraba con una chica rubia, le daba un beso y ella se iba. El pobre aun no lograba comprender quien era ella, pero no tardó mucho en recordarlo, permítanme contarles como fue.
Luego de levantarse, sus sentimientos le jugaban a favor, su amor había regresado con el, la felicidad se hacía presente. En lo que decidió salir a tomar algo de aire, vio al cielo, y como si fuese capaz de controlar su habla dijo.
-Rubi te extraño mucho-.
Quedo cayado, y luego se preguntaba ¿Qué acabo de decir? Fue justo en ese momento que recordó a esa hermosa chica, que para ser honesto aun le debía dinero. El problema ahora era el verla nuevamente, perdió la mejor oportunidad que pudo tener.
-Si fuera tu, desde el principio iría por de nunca has ido- dijo aquel el hombre extraño, que se encontraba paseando por el pueblo.
-¿Que?- respondió el.
-Acaso no estas buscando a una mujer-.
-Si, pero eso que significa-.
El hombre se marchaba, Blanquito trató de detenerle para que le explicase el significado de lo que dijo. Pero no tardó mucho en dejar que se marche, y comenzar a reflexionar en ello. Repetía en voz baja lo que le fue mencionado.
-Desde el principio. ¿Qué es el principio?.. Claro el lago, pero… Por donde no has ido… Será… El agua… No, es una ridiculez, no podría respirar… Entonces… Debe ser por enzima de la montaña de rocas que hay allí… Puede ser, pues probare-.
Comenzaba a ir al lago, cuando, Reiko se apareció y le detuvo.
-¿Vas a algún lado?- le preguntó.
-No te metas-.
Blanquito lo golpeó en el pecho, y se marchó.
Rubi aun encerrada en su habitación seguía lamentándose, entonces entró su mejor amiga, también Ninja, para intentar hacerla sonreír.
-¿Qué te ocurre, hace ya varios días que no sales de aquí?-le preguntó.
-Solo son cosas mías-.
-Vamos, sabes que puedes confiar en mí-.
Permaneció callada. Su amiga sabía que algo no andaba bien. Decidió dejarla sola, tal y como ella quería estar, vio que en la puerta había un samurai.
Blanquito llegó finalmente al lago, vio la gigantesca montaña de rocas. Pensaba en como haría para llegar a la sima, pero en fin, se acercó y comenzó a escalar.
No era nada fácil subir por allí, algunas rocas se encontraban totalmente flojas.
Sin darle importancia, continuó trepando. Pero lamentablemente, se intento aferrar de una que por desgracia estaba floja. Cayó sobre su espalda, no se lastimo en lo mas mínimo, pero si se encontraba algo mareado, aunque no tardo mucho en pasársele. Aun en el piso, su mirada quedo entre unos árboles, en cuales tenían pequeños arbustos a sus pies, que, curiosamente, estaban separados.
Se encaminó a ellos, y con sus manos los separó totalmente. Vaya sorpresa. Había un sendero por detrás.
-Nunca había visto este camino-se dijo a si mismo.- ¡Claro! El camino que nunca he ido-.
Sin una sola duda, corrió por ese sendero. Era molesto tener que esquivar ramas o árboles, pero valía todo el esfuerzo llegar al otro lado.
Ya podía verse como la luz filtrarse por entre los árboles, continuó corriendo hasta salir. En el panorama, solo se veía una gran casa. Se dirigió a ella, y entró como si fuera su propia casa. El entró justo en el mismo momento que la amiga de Rubi se retiraba de la habitación, pues ese era el samurai que ella había visto. Rápidamente, lo acorraló contra una pared y puso una daga sobre tu cuello.
-¿Quién eres, que quieres, y quien te dijo como llegar aquí?-dijo ella.
El le tomo el brazo, le quito el arma y la lanzó a lo lejos.
-No hay nombre, vine por amor, y no tengo idea quien es quien me dio información-.
Rubi escuchó que su amiga forcejeaba con alguien, y salió para intentar ayudarla. Pero al ver que Blanquito estaba allí no supo como reaccionar, si debía atacarlo o si debía lanzarse a sus brazos.
Blanquito fue quien reaccionó primero, sin dudarlo, se dirigió a ella y la abrazó.
-Por fin puedo tenerte nuevamente- dijo el.
Rubi estaba algo confundida. No sabía que decir.
-¿Es a el a quien tanto le llorabas?- Preguntó su amiga.
Rubi hizo un geste con la cabeza indicando que si. Entonces su amiga creyó que lo mejor era dejarlos a solas, y sin palabras, se marchó.
Ahora Rubi fue quien salto sobre el para abrasarlo y besarlo.
-Veo que ahora si sabes quien soy- dijo sonriendo.
El no dijo nada, pero si respondió, con otra sonrisa. Lentamente se borró la sonrisa de Rubi.
-Ven quiero que veas algo- dijo ella.
Lo tomó de la mano, y lo llevó a su habitación. Dentro, Blanquito se sentó sobre la cama, y ella tomo la caja que Shiro había dejado. El la veía con esa caja en las manos, pero no entendía que quería con eso. Ella se sentó junto a el, se coloco la caja sobre sus piernas, y la abrió.
-Al parecer Shiro me dejó todo esto antes de marcharse-.
Colocó todo lo que había dentro sobre la cama.
-Estas eran sus armas- dijo ella.
La sorpresa era tal, que no podía decir ni una palabra. No eran armas normales. Había una daga de cristal, guantes con garras, unas botas blancas, un cinturón con bombas de púas, y un medallón de varios colores con joyas incrustadas.
Blanquito tomó las botas y el medallón. Y preguntó para que servían. A lo que ella respondió que no sabía.
-¿Qué pasó, por que no me recordabas?- preguntó ella.
-Es una larga historia-.
En ese momento entró el maestro de Rubi.
-Me alegro que puedan estar juntos nuevamente, pero necesito pedirles algo-dijo.
Se retiró, se miraron fijamente, y a la vez confundidos.
Permanecieron algunas horas juntos hablando entre ellos, y explicando porque el no le recordaba.
Pero luego marcharon con el maestro, después de todo, eso es lo que debían hacer.