Espero que les agrade, a los elfos seguro q sí...
Eargirith y Eanna
Parte I
el Azul y la Rosa
Hace muchos años, en las tierras lejanas de Elmore, existió una familia de elfos de la luz que fueron bendecidos con dos hermosos hijos gemelos. Ambos antiguos guerreros elfos renacidos, ambos de tez blanca y suave y hermosos cabellos dorados. La aldea élfica entera se reunió en celebración del renacimiento de los hermanos Eargirith y Eanna.
Con el tiempo, los niños se transformaron pronto en elfos jóvenes, y se educaron con esmero, tanto en las artes de la música y la magia, como en las de la guerra. No pasó mucho tiempo antes de que lograran convertirse en poderosos Spellsingers, y que juraran defender a su gente a cualquier costo.
Pues ya se oían es esa tierra lejana los rumores de la guerra y la matanza que se acercaban cada vez más. Había surgido la terrible amenaza de los elfos nocturnos, y la aún reciente victoria de éstos en la sangrienta batalla del fuerte élfico despertaban fieros temores.
Eargirith y Eanna acostumbraban a salir solos a cazar monstruos y enemigos, ayudaban a los principiantes a vencer sus oponentes, y en una extraordinaria batalla lograron vencer al malvado Rey Tigre Angel, con quien se enfrentaron en la catarata Angel, que solían frecuentar.
La victoria de los dos hermanos llegó a los oídos del gran señor del castillo de Giran, que organizó una gran fiesta en su honor. Ambos fueron agradecidos y alabados, y se les fueron dados los títulos de Eargirith el Azul y Eanna la Rosa. Por último, el señor de giran les obsequió a cada uno un anillo con una impresionante gema negra.
Así fue como un día, mientras rondaban las tierras sombrías de la torre de la insolencia, Eargirith y Eanna se encontraron con un grupo de guerreros . Tenían unas extrañas insignias de clan que ni Eargirith ni Eanna conocían: una corona amarilla sobre un fondo de diferente color.
Los guerreros se presentaron e informaron que se dirigían a la torre, a cazar algunas de las terribles criaturas que moraban allí.
Eargirith y Eanna los admiraron. Ni siquiera ellos se atrevían a entrar a la implacable torre, y mucho menos a enfrentarse con sus habitantes. Los guerreros propusieron que los dos hermanos los acompañaran a la torre, y aseguraron que ellos los protegerían.
Eanna vaciló, pero Eargirith, que era de corazón osado, aceptó sin dudar. Los guerreros los cubrieron de magia protectora y entraron…
Continuará...